jueves, 22 de abril de 2010

IMAGINARIO

de Isabel Llorca Bosco
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La mosca de oro
sintió el rubor de su presión metálica
y se posó en el vidrio
soleado para siempre.
Sopor.
Y una imagen entraba
por el pliegue
de la pestaña de otra imagen
y nada podía sacarlas
de su ensimismamiento.
Ese hormigueo de la sangre
que ha empezado a dormirse,
que pasa a retirarse,
que cierra apresuradamente las ventanas
como si no fuera (justo hoy) su día de recibo;
esa voz que no hace pie
por la cornisa del brocal,
el eco de su corta
travesía por el agua.
Y otra vez el vano aleteo de esa imagen
que ha dejado cerradas
las puertas del espejo.

(Antología SADE 2000)

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